miércoles, abril 24, 2024
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Heroínas militares de Ucrania en la Línea de fuego

Si los hombres supieran lo difícil que es traer a los niños al mundo no empezarían las guerras.

La guerra de Rusia con Ucrania muestra de alguna manera  la evolución hacia cierta igualdad marcial entre hombres y mujeres,  la quinta parte del ejército de Ucrania son mujeres, medios de comunicación ucranianos las entrevistan porque las consideran heroínas nacionales, una popularidad muy merecida y que deja titulares en los diarios como – No solo guapas sino también valientes -, las modernas soldadas como  Jane,  no solo cuentan su experiencia, comparten sus reflexiones y se convierten en estrellas con miles de seguidores en las redes, han inventado su propia forma de luchar, como lo hace la artillera y tiktoker de 23 años apodada Princesa que ha eliminado a decenas de soldados enemigos con su cañón autopropulsado pintado de rosa.

Aleksievich decía que las mujeres tienen su manera de contar la guerra, hablan de miedo y de discriminación, ser soldado requiere autosacrificio pero nuestra civilización no nos prepara para ello, estamos aquí porque así lo elegimos y porque nos gusta, pero nadie está preparado para la guerra, escribe Yaryna en su blog, a sus 27 años combate con su marido en el frente de batalla y ha dejado aparcada su carrera de filología, su afición a la literatura, ha escrito un libro de poemas  a su hija que ahora está con sus padres, aprendimos de las películas, libros, cuentos y animaciones que el bueno siempre gana al malo, lo que no aprendimos es que no todos sobreviven para ver la victoria, dice Yaryna, tener al enemigo cerca y no poder recuperar los cadáveres de los compañeros son los peores momentos de la guerra, como cuando defendimos Ochakiv bajo fuego artillero y bombardeos sin pausa que dejaron víctimas, entre ellas varios oficiales militares, salimos de allí de forma urgente con algunos heridos, pero a otros no los pudimos sacar, no pudimos llevarnos a los muertos y para mí, como médico militar, fue lo más duro, tuve que explicar a sus hermanas y madres por qué no tenían el cuerpo de su familiar. A Yaryna no le gusta que se diga que la guerra empezó el 24 de febrero, para  ella y para muchos ucranianos comenzó en 2014, aunque admiten una etapa distinta, mucho más intensa y cruel, los novatos del Ejército piensan que van a disparar a enemigos, pero la realidad es que se pasan las semanas en las trincheras o en los sótanos de los pueblos esperando que no les caigan proyectiles, de esos que hacen temblar las paredes y que provocan que casi todos hayan sufrido ya una conmoción cerebral.

Todos tenemos miedo, cada ucraniano, los militares también sufrimos esa rara sensación de que no existe sitio seguro, desde que bombardearon nuestras bases no tenemos sitio físico, nos movemos todo el rato, es como si no tuviera una casa, explica Alina, otra médico militar de 27 años que lleva cinco años en el ejército, el momento más duro, fue cuando los rusos se acercaron demasiado al frente del sur y tuvieron que abandonar la ciudad de Pology, atravesamos los pueblos y la gente lloraba en sus calles pidiéndonos que no les abandonaremos, se supone que debemos protegerlos, que estamos aquí para eso, pero no pudimos hacer nada, aquellos civiles me rompieron el corazón, dice Alina, al optar por una vida militar significa rechazar muchos beneficios de la civilización, supone dormir en las trincheras o en casas ajenas, cargar con el peso de un chaleco antibalas, un casco, una mochila táctica de 70 litros, y munición, las mujeres muestran que son capaces de aguantar todas las penurias de la vida en las trincheras.Me ofrecieron dormir aparte pero rechacé la oferta cordialmente, no necesito privilegios, lo difícil al principio fue entrar en la ducha, a todos mis compañeros les he visto desnudos, ya no me importa, ni lo noto, comenta Eugenia, una francotiradora de 31 años que hace cinco meses cambió su Porsche, un negocio joyero y el  networking por una vida en las barracas militares, la jerarquía castrense y la necesidad de pedir permiso para una persona que está acostumbrada a mandar y ser su propia jefa se siente muy raro, explica, su hija dice que no entiende bien a que se dedica ahora su madre pero admira su valentía

En el caso de Eugenia, la atención mediática influyó de manera negativa en la actitud de sus compañeros, por su pelo rojo y su carácter fuerte la apodaron primero como Juana de Arco y poco después como Dark, recibe cientos de mensajes de apoyo de sus seguidores en Instagram y le envían hasta maquillaje, es la única mujer en su entidad y tiene una relación complicada con sus compañeros de unidad que no la toman en serio, bromean con sus fotos posando con rifle en instagram, Eugenia no lleva mucho tiempo en los campos de batalla, pero el arma para ella es más que un hobby, su padre quería tener un hijo y entre otras actividades que tradicionalmente se consideran masculinas la enseñó a disparar, la  primera vez que siendo niña disparó un rifle acertó directamente a la jarra, estar en el ejército para ella es un sueño hecho realidad, antes de que empezara la invasión estaba ya buscando las cajas con municiones, en los momentos más difíciles se siente muy agradecida a las lecciones de su padre, que la enseñó a no rendirse nunca, con el tiempo empieza a tomarse los comentarios de sus compañeros con calma y humor, pero no permite cruzar ciertos límites, uno de los soldados me tocó un pecho le dije que ni se le ocurriera volver a hacerlo y que la próxima vez que hiciéramos una tarea militar podría pasar que le disparasen en la pierna  y diría que fueron los rusos, dice Eugenia entre risas, desde entonces son amigos y nadie en su unidad se ha atrevido a hacer algo parecido, no  me siento muy discriminada, la verdad, desde el principio les mostré que no estoy aquí para flirtear o porque me falte la atención de los hombres, me respetan, comenta por su parte Margaryta Rivchachenko, una ex-periodista de 25 años que usa en su favor el hecho de ser mujer, trabaja como terapeuta en Kiev, así que cuando uno de los oficiales vino a medirse la tensión y empezó a decirme que las mujeres tienen que parir hijos y no defender al país, le contesté, ojalá, señor, pero no hay con quién tenerlos, todos están así, medio moribundos como usted,  con tensión alta, antes de la guerra Margaryta tenía una vida glamurosa, aprendía español y bailaba ritmos latinos, sin hijos y sin pareja, admite que entrar en la guerra fue más fácil, viste traje de pixel y enseña a los periodistas internacionales las trincheras de Jarkov, su ciudad natal, en la guerra, dice, lo que más le falta es espacio para estar sola y recuerda con nostalgia su vida independiente en Kiev, aquí estoy siempre con gente. Estar sola conmigo misma, encontrar un rincón para mí, ese es ahora mi sueño.

 

 

Vega

Jorge Eduardo Vega - Comunicador Social - Periodista - con Tarjeta Profesional expedida por el Ministerio de Educación nacional de Colombia. Doctorado en la Universidad de la Florida USA en audiovisuales.

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