Merkel quiere consolidar su liderazgo en Europa
La canciller alemana, favorita en las encuestas, obtendrá su cuarto mandato.
Unos 61 millones de alemanes votarán hoy en las parlamentarias de Alemania donde la incógnita reside en el escenario con la presencia de un partido ultraderechista en los escaños del Bundestag por vez primera desde 1961. Este partido es Alternativa para Alemania (AfD), una formación de recentísima aparición, en 2013, que ha conseguido aglutinar diversos movimientos xenófobos sumergidos durante décadas en el país, y que ahora salen a la luz bajo un aura de supuesta respetabilidad.
El AfD tiene prácticamente garantizada la entrada al rebasar el 5% mínimo de votos necesario para contar con presencia parlamentaria pero su resultado final está todavía en el aire. Se cree, según los sondeos, que podrían alcanzar un 12% de los votos pero como apuntan varios expertos, las encuestadoras alemanas no están preparadas para calibrar con exactitud el impacto de un movimiento así. Sea cual sea el resultado, AfD quedará completamente excluido de las conversaciones poselectorales donde se decidirá la futura coalición de Gobierno liderada por el partido de Angela Merkel y por su partido hermano, la Unión Cristiana Social de Baviera).
En este sentido, hay que ver el resultado que obtendrá el que será segundo partido más votado, los Socialdemócratas (SPD) que lidera el ex presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y que actualmente son socio menor de la actual coalición. El SPD se encuentra ahora en torno al 23%, un porcentaje bastante respetable que podría invitar al partido de Schulz a repetir la coalición actual, sobre todo si se tienen en cuenta opiniones de antiguos líderes del partido como Franz Müntefering, quien llegó a decir a las claras que «en Alemania, estar en la oposición es una mierda». Así las cosas, la formación de una «gran coalición» de primero y segundo es perfectamente factible, no solo porque las encuestas conceden a la formación de Merkel en torno a 13 puntos porcentuales de ventaja y no solo por la posibilidad nítida de que pueda formarse una coalición con el SPD al margen —la llamada «opción Jamaica», por los colores negro de la CDU, Los Verdes y el rojo de los Liberaldemócratas—, sino por el carácter transformador y definitorio que tendrán estos comicios.
La consolidación de la ultraderecha La presencia de AfD en el Bundestag culmina años de rechazo a la política de «puertas abiertas» de Angela Merkel, canciller de un país que acogió en 2015 a 978.000 inmigrantes de países fuera de la Unión Europea. La formación, de corte populista, islamófobo y antieuropeísta, desembarcará en el Parlamento después de haber logrado ingresar en 13 de las 16 cámaras regionales y de haber marcado la agenda política de los últimos años. La AfD comparece con una lista a la Cancillería que combina a un ala dura en la figura del político Alexander Gauland y a la facción más «moderada» que representa la economista Alice Weidel, cuya vida personal —es lesbiana y tiene dos hijos con una mujer procedente de Sri Lanka— dista de los estándares del partido. AfD reclama, entre otras cosas, el fin de la «inmigración masiva desordenada», la salida de la zona Euro y, en el aspecto más polémico y radical de su programa, «la promoción de las política de natalidad para la conservación del pueblo alemán».
Esta última idea entronca directamente con el pasado nazi de Alemania, por mucho que los dirigentes de la formación, como Gauland, nieguen las acusaciones de filonazismo. Sin ir más lejos, Gauland ha reivindicado las victorias de las SS durante la Segunda Guerra Mundial y el representante del ala más extremista de la formación, Bjoern Hoecke, ha llegado a calificar el Memorial al Holocausto de Berlín como «el monumento de la vergüenza». Si se repite la gran coalición en Alemania, el AfD se convertirá en la primera fuerza de la oposición El caso es que, de repetirse la gran coalición en el Gobierno alemán, el AfD se convertirá en la primera fuerza de oposición en el Parlamento.