La falta de alimentos y la inflación principales problemas que se unen a las protestas ciudadanas.

«Este ha sido un año de victorias, cuyo logro mayor es haber demostrado la viabilidad de la revolución para las próximas décadas. La oligarquía no podrá con nosotros». Palabras del Presidente Venezolano Nicolás Maduro al  celebrar  su primer año al frente en la presidencia venezolana.

Un año de subes y bajas, doce meses en los que fue perdiendo popularidad en la que hoy en día está en  el 40%, en los mínimos históricos del llamado Chavismo por culpa de la crisis económica, pero en los que gracias a las superrebajas socialistas a la fuerza de noviembre ganó las elecciones municipales. Después de las vacaciones de Navidad, a Maduro le estalló en la cara una nueva crisis de violencia con el homicidio de la exMiss Venezuela Mónica Spear. Semanas más tarde, el 4 de febrero, el intento de violación de una universitaria en San Cristóbal provocaba las primeras protestas estudiantiles.

«Maduro es pueblo», repetía estos días la propaganda gubernamental en medios y televisiones mientras el presidente rebuscaba cifras que taparan el desastre económico, el otro factor que ha golpeado duramente su gestión. Y tanto buscó que hasta encontró una excusa estadística para sostener que «el combate contra la inflación ha sido efectivo». Los números desnudan la gravedad de la crisis: Venezuela cerró 2013 encabezando el ránking mundial de inflación, por encima del 62%. La cifra interanual ronda el 59%, pese al empeño del gobierno de ocultar los datos. Algo parecido sucede con la crisis de escasez y desabastecimiento de alimentos y productos básicos, que se agravó a lo largo del año y que obligó al venezolano a hacer una cola tras otra para conseguir su canasta básica. Según Datanálisis, en el primer trimestre de cada 10 alimentos que se buscaban, sólo se encontraban cinco. Venezuela se ha convertido en el segundo país más violento del planeta, según la ONU. Alrededor de 25.000 homicidios en 2013, según fuentes independientes.

Nicolas Maduro  cumple hoy un año de su toma de posesión en medio de las protestas nacidas en febrero. La Semana Santa y el diálogo de los últimos nueve días ha aplacado gran parte de las protestas, que ya venían decayendo con el paso de los días y las acciones policiales. Represión que se resume en estas cifras hasta ayer: 41 muertes violentas, más de 500 heridos, 2.372 detenidos, 1.309 personas con procedimientos penales abiertos y 100 privados de libertad, entre ellos los dirigentes políticos Leopoldo López el líder del sector radical de la oposición, Daniel Ceballos el Alcalde de San Cristóbal, la ciudad bastión del Antichavismo y Enzo Scarano el alcalde de San Diego y líder opositor en Carabobo. Las ONG han recopilado al menos 60 casos de torturas y tratos crueles y la diputada opositora María Corina Machado fue despojada de su escaño en una maniobra inconstitucional del chavismo.

Algunos analistas cercanos a las tesis de la oposición más radical han querido ver a Maduro «casi caído». Nada más lejos de la realidad. El chavismo sigue controlando todas las instancias del estado, pese a los habituales pulsos entre militares y civilistas, moderados y ortodoxos.

López, Machado y Antonio Ledezma, alcalde mayor de Caracas, exigieron una renuncia, la de Maduro, que nada indica vaya a suceder. Las otras «salidas», Asamblea Constituyente o enmienda, no caben en la actual situación política. Sólo tras las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, la oposición podría plantear un referéndum revocatorio contra el presidente, una vez transcurridos tres de sus seis años de mandato.